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De la imprenta a internet y vuelta

El querer expresarse de manera independiente y hacer llegar las cosas a nuestros semejantes es algo que siempre ha estado ahí. En la antigüedad se hacían pinturas rupestres y se relataban historias en forma oral, luego se pasó a la escritura en diferentes medios y la invención de la imprenta, por fin, hizo posible difundir la información a gran escala. El milagro de la imprenta no sólo permitió abaratar y difundir libros sino que también creó la posibilidad para que personas normales pudieran publicar y difundir sus opiniones y creaciones.

Los pliegos sueltos

Gracias a la imprenta, a partir del siglo XVI empezó a proliferar un tipo de publicación conocida como pliego suelto o pliego de cordel. En otros países adoptó otros nombres: chapbook en los países de habla inglesa, livre bleu en Francia, volksbuch en Alemania, libri da risma en Italia, etc. Estas publicaciones iban desde una hoja suelta doblada para formar varias caras hasta cuadernillos compuestos por varias páginas impresas, dobladas y sin encuadernar (de ahí el nombre de pliego suelto).

Esta literatura callejera fue un medio de información, entretenimiento y divulgación entre la gente corriente. Los contenidos eran de lo más variado e iban desde una canción o poema hasta el relato de acontecimientos de actualidad. Había publicaciones generalistas como las famosos almanaques, que no eran simples calendarios sino que contenían datos metereológicos, ciclos lunares, información para la siembra, etc., y publicaciones más especializadas orientadas a determinados sectores como por ejemplo los zapateros.

Contrariamente a lo que podamos pensar estas publicaciones se realizaban a una escala nada desdeñable teniendo en cuenta los recursos de la época así como la alfabetización de la gente, que ni de lejos era la de hoy en día. En la década de 1520, el librero de Oxford John Dorne anotó en su libro de cuentas la venta de hasta 190 baladas al día, el inventario del establecimiento The Sign of the Three Bibles en el Puente de Londres, en 1664, incluía libros y pliegos impresos suficientes para producir aproximadamente 90.000 pliegos sueltos y 37.500 hojas de baladas. El inventario del establecimiento The Sign of the Looking Glass, también en el Puente de Londres, en 1707, registraba 31.000 libros, además de 257 resmas de pliegos impresos. Una estimación conservadora de las ventas en Escocia únicamente, en la segunda mitad del siglo XVIII, supera los 200.000 ejemplares anuales1.

Los fanzines y ezines

En el siglo XX, y sobre todo a lo largo de sus últimas tres décadas gracias al invento de la fotocopiadora, hicieron su aparición los fanzines que son, por norma general, un grupo de folios fotocopiados, doblados por la mitad con una cubierta de cartulina todo ello sujeto con grapas. Este tipo de publicaciones fueron la base de la conocida contracultura.

Aunque hay casos de fanzines que tuvieron tanto éxito que terminaron convirtiéndose en revistas2 y que el fenómeno fanzine llegara a tener tanto peso como para que incluso hubiera publicaciones creadas y gestionadas por grandes corporaciones (como el conocido fanzine "U Don't Stop" que formaba parte de una campaña publicitaria de Nike), lo habitual es que estas publicaciones fueran operaciones de una sola persona, o de un grupo muy reducido, con una vida más o menos corta.

Al igual que los pliegos sueltos, los fanzines tratan temas diversos: literatura, música, ideas políticas, etc. y al igual que los pliegos sueltos algunos son generalistas mientras que otros están más especializados llegando incluso a haber fanzines tan especialiados que solamente tratan sobre un único tema como el fanzine "exclusively Elvis".

Más tarde, con la venida de las BBS, aparecieron los primeros ezines que por norma general eran archivos en formato de texto plano. De estos uno de los más antiguos y que aún sobrevive es Phrack3. La venida de Internet siguió impulsando el fenómeno ezine y un poco más tarde, con la venida de los blogs primero y de las redes "sociales" después , se terminó de dar la oportunidad potencial a todas las personas de publicar y compartir sus cosas a una escala sin precedentes. En este panorama algunos fanzines se convirtieron al formato digital y muchos otros simplemente desaparecieron, tal y como le ocurrió a otros medios impresos (revistas y periódicos).

Pasado y presente

Como hemos visto los avances tecnológicos como la imprenta y la fotocopiadora facilitaron el que la gente publicara sus propias cosas evitando todo tipo de censura y a finales del siglo pasado con la venida de Internet se generó un optimismo por lo digital, por la revolución que sería Internet para la gente normal y corriente.

Tres décadas después de esa promesa de internet, de esa utopía, solo quedan cristales rotos y de todo ello ha surgido una aterradora realidad de corporaciones, dispuestas a arrasar con todo con tal de incrementar en un céntimo sus beneficios, y de gobiernos corruptos cada vez más confiados en crear un sistema totalitario, en el que puedan medrar ellos y sus amos corporativos, subyugando a las masas sin ningún tipo de interferencia o resistencia. La tecnología que tenía que hacernos libres ha resultado ser la que se está usando para encadenarnos cada día un poco más.

Podemos ver a diario como Internet, y especialmente la web, se ha convertido en un lugar hostil e inhóspito donde grupos privados de impresentables pueden bloquear páginas web a su antojo4, donde se eliminan, escriben y reescriben publicaciones y libros electrónicos según las modas, gustos, afinidades y finalidades de determinados grupos e intereses organizados5, donde impera la cultura de la cancelación (y persecución) tan utilizada por los nazis y los comunistas durante el siglo pasado, y donde se sufre a diario el abuso de las mal llamadas inteligencias artificiales que rastrean la red 24 horas al día, 7 días a la semana, robando a su paso todo lo que se puede robar para ingerirlo, procesarlo, y vomitarlo después, sin pagar nada a nadie6, con el beneplácito de los diferentes gobiernos (sean del color que sean).

Ante tanto ultraje y sinsentido la gente está empezando a reaccionar. Lo físico7 y lo fuera de línea8 vuelve a estar de moda y vuelve a valorarse porque realmente tiene valor. Un objeto físico siempre generará una mejor experiencia que uno virtual ya que los seres humanos tenemos múltiples sentidos. Un objeto físico tiene bastantes más opciones de sobrevivir y perdurar en el tiempo que uno virtual, prueba de ello son los pliegos sueltos que han llegado hasta nuestros días y que tienen siglos de antigüedad, mientras que ya hay una infinidad de contenido digital de hace escasos años que se ha perdido para siempre a pesar de los esfuerzos por preservarlo. Un objeto físico y/o fuera de línea no es tan susceptible de ser bloqueado, interferido, espiado, robado y manipulado como uno virtual o en línea. Podrán reescribir el texto de un libro y publicar esa versión modificada, pero mi versión de 1984 de George Orwell publicada hace más de 30 años seguirá ahí, inalterada e inalterable, para las generaciones futuras.

Teniendo en cuenta este panorama y la facilidad que hay hoy en día para acceder a una impresora no es de extrañar que la gente esté volviendo paulatinamente a la divulgación en forma impresa, al pliego suelto9 y al fanzine10 de toda la vida, porque compartir nuestros pensamientos, nuestras opiniones y nuestras creaciones libremente es una necesidad inherente del ser humano y no cosa de máquinas.